Seguro que habéis oído hablar mucho sobre el colágeno hidrolizado. Ahora bien, ¿qué significa esa palabreja ese adjetivo que acompaña tan a menudo al colágeno? ¿Por qué es importante que el colágeno esté “hidrolizado”? Para responder a estas preguntas, vamos a empezar por explicar qué significa que algo esté “hidrolizado”.
¿Qué significa “hidrolizado”?
Significa que está roto.
¿Cómo —os preguntaréis—, han estado vendiéndome colágeno roto? ¿A mí? Tranquilos, que no es lo que parece. Lo que se ha “roto” son las moléculas del colágeno, y se ha hecho por un buen motivo.
El colágeno es una proteína y resulta que la mayoría de las proteínas están formadas por cadenas largas de aminoácidos, es decir, son moléculas grandes. Este es el motivo por el que, pese a la abundancia de colágeno en muchas de las comidas que tomamos, no podamos absorberlo en cantidades suficientes mediante la ingesta.
Así pues, necesitamos romperlo. Esto es lo que hacemos, precisamente, al hidrolizarlo. Hidrólisis es una de esas palabras con pedigrí o, lo que es lo mismo en el mundo de las palabras, con etimología: viene del griego y vendría a significar la rotura o disociación del agua. Como en el caso del colágeno, lo que rompemos son las moléculas de agua, y el proceso mediante el cual rompemos moléculas hereda este nombre debido a la importancia del agua en toda clase de procesos químicos, de disolución por ejemplo. Ahora ya sabéis por qué hablamos de colágeno hidrolizado.
Y, al romperlo, nuestro cuerpo es capaz de absorberlo mejor y hacerlo llegar a los lugares donde más lo necesitamos: cartílagos, huesos, piel y articulaciones.
¿Cómo se absorbe el colágeno hidrolizado?
Una vez hidrolizado, el colágeno suele presentarse en forma de pastillas o de polvo apto para disolverse en agua (o en cualquier líquido no demasiado caliente: mientras que la hidrólisis conserva las propiedades de la molécula de colágeno que son importantes para nuestros huesos y articulaciones, disolverlo en agua demasiado caliente “estropearía” –desnaturalizaría- esas mismas propiedades).
Y, una vez ingerido y digerido en el estómago, los trocitos de molécula de colágeno son lo suficientemente pequeños para ser absorbidos por los poros de la pared del intestino y ser, así, asimilados. Por lo tanto, lo que se consigue al hidrolizar el colágeno es mejorar su biodisponibilidad, que es otra palabra un poco técnica para decir que una sustancia, preparado o medicamento se lo pone fácil al cuerpo: vamos, que es body-friendly. Sobre biodisponibilidad también hablamos en el post ¿Importa el origen del colágeno?
De hecho, el hidrolizado es el motivo por el que siempre os recomendamos añadir un complemento alimentario de colágeno al uso de cremas estéticas a base de colágeno: aunque el colágeno ayuda a la absorción de otros componentes, su molécula resulta demasiado grande para ser absorbida por vía tópica en cantidades suficientes. Sí, para tratar la piel también necesitamos ingerir el colágeno hidrolizado; seguro que habéis oído hablar de la nutricosmética.
¿En qué consiste el proceso de hidrolizado del colágeno?
Bueno, si has llegado hasta aquí debemos advertirte de que la cosa se va a poner un poco más técnica. Algún palabro más, pero no es para tanto.
El colágeno en su estado natural (tropocolágeno) está compuesto de fibras: se originan al enrollarse y entrelazarse las cadenas de aminoácidos en forma de triples hélices.
Pues bien, la primera parte del proceso de hidrolizado del colágeno consiste en separar cada una de esas tres cadenas de aminoácidos, deshaciendo la triple hélice, mediante cocción o tratamiento con ácidos o álcalis.
Una vez rota la hélice, las cadenas resultantes son troceadas mediante hidrólisis química o, de forma más habitual en el caso de los colágenos alimentarios, mediante hidrólisis enzimática. Vaya, que las rompen una y otra vez hasta que no quedan más que trocitos muy pequeños de la molécula original, que es cuando el colágeno es asimilable.
Ahora ya sabéis la verdad. Cuando os hablen de colágeno asimilable o hidrolizado, recordad que tan solo están usando palabras largas para no decir que os están vendiendo algo roto.