La conjuntivitis es una patología ocular que, en ocasiones, puede acabar afectando hasta a un 30 % de la población. La primavera, con el consiguiente florecimiento de las plantas, es una época propicia para este tipo de reacciones en el ojo. Las personas que padecen de alergia son las más propensas a padecer una conjuntivitis alérgica en ciertos períodos del año. También, durante los meses de otoño e invierno, debido a las bajas temperaturas, es más sencillo contagiarse de esta patología, cuyo origen puede ser vírico o bacteriano. En este artículo vamos a explicarte con detalle qué es la conjuntivitis, qué tipos existen, cuáles son las diferencias entre dichas variantes y qué cuidados y tratamientos hay que llevar a cabo.
¿Qué es la conjuntivitis?
La conjuntivitis es una enfermedad muy frecuente que en algún momento ha afectado a un alto porcentaje de la población. Aun así, si tienes la suerte de no haberla padecido nunca, te explicamos de qué se trata: no es más que la inflamación de la conjuntiva (es una membrana muy fina, transparente y de consistencia mucosa que se encuentra en la parte interior de los párpados y la parte anterior del globo ocular). De ahí procede su nombre.
Síntomas de la conjuntivitis
La conjuntivitis es una patología que causa muchas molestias, pero hay que tener en cuenta que dichas molestias hacen su diagnóstico realmente sencillo. Esto propicia que pueda comenzar a administrarse un tratamiento casi inmediatamente y la enfermedad comience a remitir. Ahora bien, ¿cuáles son los síntomas a los que hay que prestar atención?
Todos hablan de ojos rojos (hiperemia), además de la irritación y sensación de un cuerpo extraño. También hay que prestar atención al picor de ojos, así como a la secreción (lagrimeo). La fotofobia (alta sensibilidad a la luz) también sucede en ocasiones. No todos los síntomas aparecen al mismo tiempo, y en ocasiones hay otros elementos que pueden producirlos sin que se trate de una conjuntivitis. No obstante, es de gran importancia conocer estas señales para saber ante qué nos encontramos.
¿Por qué se produce la conjuntivitis?
En muchas ocasiones es un tanto complicado especificar la causa por la que tu ojo está enrojecido y con síntomas de conjuntivitis. Esto es porque dichos síntomas suelen ser muy similares (independientemente del origen de la patología), y si no eres especialista te puede resultar bastante difícil encontrar el motivo. Aun así, guiarte por ciertas circunstancias, como pueden ser la época del año, si eres una persona alérgica o has estado expuesto a algún químico peligroso, puede ayudarte a hallar el origen.
Orígenes de la conjuntivitis
Así, la conjuntivitis puede ser:
- Alérgica: la conjuntiva se inflama por la reacción a elementos como el ácaro, el moho, el pelo de los animales, el polen y cualquier tipo de sustancia que pueda producir alergia. Ya te hemos explicado que suele ser estacional (más relacionada con elementos primaverales como el polen), aunque cierto tipo de factores que producen reacciones alérgicas están en el ambiente durante todo el año, por lo que no hay que descartar una conjuntivitis alérgica en cualquier otra estación. Es importante, en este caso, ser consciente de la causa, pues la conjuntivitis durará el tiempo que se permanezca en contacto con el alérgeno que la provocó. Es muy frecuente la inflamación de los párpados, en ocasiones formando edemas oculares. La secreción, tanto nasal como ocular, así como el picor de ojos, son comunes en este tipo de conjuntivitis.
- Vírica: suele ser la causa principal de esta patología en adultos. Hay varios tipos de virus que afectan al ojo, que pueden resultar en conjuntivitis. Al tratarse de un origen vírico, puede contraerse en cualquier época del año, aunque con más frecuencia en momentos en los que los resfriados y la gripe están presentes en la sociedad (generalmente otoño e invierno). Es altamente contagiosa durante un período de entre una y dos semanas. La secreción serosa es una de las características más típicas en este caso. Los edemas aparecen también con este tipo. La córnea puede verse afectada. Un elemento importante en este caso es que puede suceder de modo unilateral, es decir, en tan solo uno de los ojos. Aunque, al ser muy contagiosa, puede rápidamente trasladarse al ojo sano. Altos estándares de higiene para evitar el contagio son básicos en este tipo de conjuntivitis.
- Bacteriana: al contrario que la anterior, este tipo de conjuntivitis es mucho más frecuente en niños que en adultos. El ojo es atacado por bacterias, lo que provoca la infección con la consiguiente aparición de síntomas. Hay un gran número de bacterias que producen la enfermedad, como las conocidas Streptococcus pneumoniae o Staphylococcus aureus. En ciertos entornos como guarderías o colegios, así como en talleres infantiles, es altamente propagable. Aunque también puede darse en cualquier momento del año, suele verse más alto número de casos durante el invierno y hasta mediados de la primavera.
- Otras causas: aparte de las razones mencionadas anteriormente, hay otros agentes que pueden producir conjuntivitis, como malos hábitos de higiene a la hora de utilizar lentes de contacto. La exposición a ciertas sustancias químicas, polvo o humos también afectan al ojo. En ocasiones, los hongos o parásitos son la causa.
¿Qué se puede hacer para prevenir la conjuntivitis?
Como ya has podido ver, existen múltiples causas de esta enfermedad. Aunque no se trate, en términos generales, de una patología extremadamente grave, hay que tomar medidas de higiene para prevenirla, ya que sus síntomas pueden resultar muy molestos e incluso incapacitantes para ciertas tareas, como ir al volante, estudiar o simplemente salir a la calle en pleno día.
Las personas que padecen ciertas alergias estacionales o a sustancias concretas deberán extremar sus precauciones en períodos en los que están expuestos a los alérgenos. Además, deben evitar o reducir al máximo el contacto con elementos que saben que pueden producirles reacciones no deseadas. La toma de antihistamínicos (mediante previa consulta) puede llegar a reducir en gran medida los síntomas de la alergia común, previniendo así la conjuntivitis alérgica.
Para mantener a raya las conjuntivitis bacteriana y vírica, evitar ciertos lugares como piscinas públicas (o al menos extremar las medidas de precaución durante su uso) sería lo más recomendable. Somos conscientes de que no podemos dejar de hacer cosas por miedo a contagiarnos. Pero con sencillas acciones como no abrir los ojos bajo el agua, no compartir gafas de buceo y secarse bien los ojos con una toalla limpia al salir del agua se estará ayudando notablemente a la prevención.
Si por algún motivo nos vemos expuestos a elementos tóxicos que pueden propiciar una conjuntivitis será recomendable utilizar gafas protectoras. En el caso de exposición accidental, debes lavarte las manos para, posteriormente, enjuagarte los ojos con abundante agua. Si las molestias persisten habrá que acudir al médico con urgencia.
¿Cuáles son los tratamientos y hábitos de higiene para tratar la conjuntivitis?
Aunque las causas de la conjuntivitis sean diversas, hay una serie de medidas que has de tomar con efecto inmediato para no agravar los síntomas que ya han comenzado, así como para evitar un posible contagio (ya sea a ti mismo como a las personas que te rodean).
En primer lugar, si tienes problemas de visión y/o usas gafas de sol, debes mantener una higiene absoluta y no compartir gafas con nadie. Para la fotofobia, de hecho, se recomienda el uso de gafas de sol en exteriores. Además, deberás dejar de utilizar lentes de contacto durante unos días. No te preocupes, podrás volver a utilizarlas cuando tus ojos estén recuperados. Eso sí, es muy importante que sean nuevas, ya que podrías infectarte de nuevo con las lentes antiguas. Si son reutilizables y necesitas utilizarlas de nuevo, una limpieza y desinfección profundas reducirán al mínimo la posibilidad de reinfección.
En cuanto al autocuidado, aunque no puedas resistirte a la tentación por el picor de ojos, tienes que evitar rascarte la zona. También debes tener en cuenta que antes y después de tocar el ojo (para la administración de medicamentos, por ejemplo) tendrás que lavarte las manos concienzudamente. Independientemente del origen de la patología, deberías tratar de mantenerte lejos de cualquier alérgeno que pueda agravar los síntomas.
Cuida también a los que están cerca de ti: ya te hemos dicho que compartir gafas no es la mejor idea. Ten en cuenta que, igual que las gafas, una toalla puede transmitir la enfermedad a otra persona. Te aconsejamos que, durante unas dos semanas, utilices tus propias toallas y fundas de almohada, así como cojines o reposacabezas. En definitiva: evita compartir cualquier cosa que pueda contribuir a la propagación.
Se pueden administrar diversos fármacos para tratar la afección: desde suero para humedecer el ojo y ayudar con síntomas como la picazón hasta algunos colirios que contienen antihistamínicos en casos de conjuntivitis alérgica. También se administrarán, en ocasiones, antihistamínicos por vía oral. Para los tipos no alérgicos de conjuntivitis habrá que prescribir en algunos casos antibióticos o corticoides.
Es muy importante no automedicarse y recibir el asesoramiento de un experto en cuanto los síntomas comiencen. Tras la aplicación del tratamiento recomendado, si los síntomas persisten e incluso empeoran durante los primeros días, habría que acudir al médico.