Filtros físicos: son preparados que evitan que la radiación penetre en tu piel mediante la reflexión de la luz, es decir, actúan como un espejo que refleja la radiación hacia fuera y no deja que entre en contacto con tu piel. También se conocen con el nombre de pantalla solar. Son especialmente indicados en bebés y personas con alguna patología cutánea (lunares, pecas, melanomas)
Filtros químicos: estos preparados vana absorber la radiación, evitando así que entren en contacto con la piel. Es como una esponja que absorbe la luz. Dependiendo de que tipo de producto, absorberán mayor o menor cantidad de radiación o también distintas frecuencias (infrarrojas, ultravioletas A o B, etc.) Esto quiere decir que usando estos protectores podemos coger ese bonito tono de piel bronceado y nos ayudará a evitar el rojo cangrejo guiri y su dolor consiguiente.
Filtros organominerales: son protectores solares que actúan por reflexión y absorción a la vez. Se trata de filtros químicos que no se solubilizan, es decir, hacen una pantalla igual que los filtros físicos. La ventaja de éstos es que consigue los puntos fuertes de los dos tipos, por un lado, la cosmeticidad (facilidad de aplicación textura etc) de los filtros químicos, y por el otro la seguridad (alta protección solar y baja reactividad, sensibilización o alergias)
Filtros biológicos: evitan el daño oxidativo que producen las radiaciones solares en nuestras células. Actúan como antioxidantes neutralizando los radicales libres que se generan por el contacto con la radiación, y también estimulan el sistema inmunológico cutáneo. Estos filtros nos van a proteger del envejecimiento celular y del cáncer que se desarrolla por la exposición a radiación solar.